¿Una enfermedad de adolescentes? Nada de eso. Este trastorno también cumple años.
La anorexia no sólo se ceba con los jóvenes. El retrato de una chica de 16 años en los huesos, a quien el espejo devuelve una imagen deformada, no es el único que habla de esta enfermedad. A su lado hay que situar a una mujer de 30-40, años, que atraviesa el desierto de una profunda crisis y lucha por que la edad no le aleje cada vez más del canon de belleza. Este trastorno de la conducta alimentaria -conocido por sus siglas, TCA- también causa estragos entre la población adulta, con el agravante de una proporción que nunca falla: a mayor edad, más dificultad de curación.
No son casos aislados.
Para empezar, el 85% de los enfermos tiene más de 18 años, según datos de la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa (Adaner). Las asociaciones que luchan por la erradicación de esta enfermedad desde todos los frentes reciben cada vez más peticiones de ayuda de pacientes adultos. Otro ejemplo: el 18% de las personas atendidas en la Asociación contra la Anorexia y Bulimia (Acab) de Cataluña son mayores de 30 años, el 57% están entre 18 y 30, y el 25% son menores de 18. También en la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital Santa Cristina de Madrid, los mayores son multitud.
La media de edad de los pacientes es de 30 años, pero el grueso lo constituyen las mujeres entre 30 y 40. Hay alguna incluso de 60. Se habla de proceso de recurrencia, de anorexia cronificada. Y la mayoría de las veces en femenino, puesto que por cada hombre enfermo hay 10 mujeres, de todas las edades. Los síntomas no respetan los años: excesivo culto a la imagen, búsqueda de mil excusas para no comer, pérdida de peso, desaparición de la menstruación, inapetencia sexual, nerviosismo e irritabilidad y un enorme vacío por dentro. Es más, con frecuencia surgen las patologías asociadas, que Andrés Gómez del Barrio, coordinador de la Unidad TCA del Hospital Valdecilla de Santander, describe: Adicciones, deterioro físico, desarraigo y cuadros de depresión y ansiedad.
A largo plazo
Por todo ello, más que necesarios, son urgentes los pisos terapéuticos para estos enfermos de larga duración que debido a su estado han dejado sus estudios y su trabajo, han perdido su círculo social y necesitan empezar de nuevo. Se trata de una segunda generación de enfermos.
A estas palabras de Gómez Barrio, Cecilia Caruana, psicóloga de Adaner, añade que la anorexia en edad adulta acostumbra a ser un remolque de épocas anteriores. Es raro que esta enfermedad aparezca espontáneamente tan tarde. Lo común es que evolucione hacia comportamientos bulímicos, un trastorno mucho más silencioso, ya que la imagen corporal no se ve tan comprometida. Es la otra cara: no comer frente a comer sin medida.
La anorexia tiene muchas aristas, todas de punta extremadamente afilada. La manera de vivirla es muy diferente. Tenemos casos de enfermas que son capaces de llevar una vida más o menos normal- apunta Cecilia Caruana-.
Mientras que hay casos mucho más graves, donde el deterioro general es muy severo: múltiples intentos de suicidio, alta dependencia familiar, reiterados ingresos. Llegados a este extremo, hay veces que ni siquiera queda eso que funciona como la mejor medicina: la familia. Esta enfermedad puede desembocar peligrosamente en soledad y desarraigo.
Cuando la anorexia alcanza la madurez, una de sus particularidades, según Caruana, es que la paciente ya ha pasado por distintos momentos de la enfermedad, y por tanto, tiene mayor conocimiento de ésta. Y otra es que así como en la adolescencia un alto porcentaje de enfermas niegan su enfermedad, los adultos, a priori, están concienciados y motivados para el cambio, aunque la problemática está más arraigada que en una persona menor.Cuando se está dentro del túnel, es muy difícil salir de él, advierte esta psicóloga: Porque en el adulto el punto de partida es ya una paradoja. Por un lado, hay mucha motivación para el cambio, porque están cansados y desilusionados con su enfermedad y desean poder salir de ella. Pero por otro, cuando la enfermedad ha cursado durante un periodo de tiempo tan dilatado, el cambio es más complicado o, al menos, se necesitan más horas de psicoterapia para avanzar.Esto implica aprender a vivir con los tropiezos y los posibles fracasos y recaídas.
Las claves del problemaIdoia Martínez Liroz, psicóloga, terapeuta Gestalt y colaboradora de Acabe Bizkaia, nos explica todo sobre la anorexia.
Las causas. Es una suma de circunstancias y cierta propensión a padecer un TCA: baja autoestima, elevada autoexigencia, perfeccionismo, hipersensibilidad a la crítica y alta necesidad de aprobación externa.
En un mal momento. El factor precipitante siempre es una bajada de peso importante, que se inicia con una dieta y sigue con el ejercicio excesivo, el uso de laxantes, purgantes y diuréticos. Puede coincidir con un momento de cambio en la vida, que genera inseguridad y sensación de pérdida de control, como el inicio de una relación, un nuevo trabajo o un viaje al extranjero,etc
Las consecuencias. Pensamientos obsesivos con respecto a la comida y todo lo relacionado con ella, hiperactividad, insomnio, cambios bruscos de humor, sentimientos de tristeza y ansiedad, miedo a ganar peso, distorsión de la imagen corporal, agravamiento de la baja autoestima, elevada autoexigencia.
El tratamiento. La sintomatología tiene carácter retroalimentario. Es decir, que el hecho de sufrir una desnutrición provoca una serie de consecuencias fisiológicas, psicológicas y emocionales, que actúan como factores que ayudan a mantener el cuadro clínico. Por eso, es tan importante romper estas pautas alteradas.
Tratamiento psicológico-psiquiatrico-nutricional.
Artículo publicado en : Mujer Hoy.