Sin polémicas.. mi caso
Te cuento. Empecé mi embarazo con 59 kilos para una altura de 1'68cm. 59 kilos muy definidos, porque mi marido es entrenador personal y yo soy su conejillo de indias, je, je. Lo que quiero decir es que el músculo pesa más que la grasa, y 59 kilos musculados son una talla 38. El caso es que en cuanto me enteré del embarazo dejé el deporte. Y la dieta baja en carbohidratos que mantenía, no estricta, pero si permanente (poco pan y preferiblemente negro, de ese que son semillas machacads, guarniciones de verduras y no de patatas, cosas de esas...) también quedó en el olvido. Me dio por desayunar todos los días fuera de casa un croissant con mantequilla y mermelada, un café doble y dos zumos de naranja. Al principio subía lentamente. Un kilo por mes a partir del tercero. Aún tenía el metabolismo acelerado, quemaba las calorías como la deportista que era.. pero no duró eternamente. De repente, al sexto mes, subí tres quilos seguidos. Me puse en 66. Pero hay que tener en cuenta que había perdido músculo, por lo que en realidad había subido no más de seis, sino siete u ocho quilos de puritita grasilla. Yo no le dí mayor importancia pero el ginecólogo me puso a dieta. Curiosamente, la base era la misma que la que mantenía antes del embarazo: poco hidrato de carbono (no patata, no arroz, no pasta, no pan... salvo que fuesen integrales y en dosis moderadas) nada de bollería (ni industrial ni de pastelería de toda la vida...) nada de zumos, la fruta entera y de temporada. De los 66 kilos del sexto mes pasé a 65'5 en el séptimo mes y ahora que estoy en el octavo mes peso 63. O sea, he bajado -no mantenido el peso, si no bajado- 3 kilos y el niño ha pasado de medio kilito en el sexto mes a los 2'700 que le calculan ahora. El médico está encantado, yo me encuentro estupenda porque, en realidad, llenarme de pastelitos me estaba haciendo salir granillos en la cara... Eso sí, la dieta es rigurosamente la que me dió el médico.