Para todas las que estáis en crisis...
Quisiera contagiaros de la alegría que AHORA tengo (os aseguro que no siempre ha sido así), y sé que a todas las que estamos bien nos gustaría echaros un cable. Pero, ¿cómo se puede explicar lo inexplicable?
Betty lo dice por ahí abajo, ¿Cómo es posible que sobrándonos 30 kilos y más estemos más contentas y felices que vosotras, que sólo os sobran 10 kilillos?
(Hombre, ya daría yo algo por que me sobraran sólo 10... eso querría decir que soy una jabatona, que he conseguido casi mi objetivo, y que me como el mundo por ello).
Sólo se me ocurre pensar en una respuesta: que la razón de nuestra mutua felicidad/infelicidad no son los kilos, sino el descubrimiento de la mujerona que hay en nosotras mismas. Y, en cuanto a los kilos, el hecho de plantearnos una "cruzada" y descubrir que somos capaces de dar los pasitos necesarios para acercarnos a nuestro objetivo (aunque sea dos pasitos p'alante y uno p'atrás, el caso es ir avanzando).
Berta, es posible que tengas razón: que con 10 kilos menos serías otra persona. Pero, ¿por qué? ¿Por el hecho frío de pesar 10 kilos menos, o por la alucinante sensación que supone adoptar un reto y llevarlo a término?
Está claro que el ser optimista o pesimista no se elige, sino que es una consecuencia del cóctel químico que nos compone. Igual que la forma de cada cual de percibir olores, sabores o colores, o cualquier otro estímulo exterior. Pero nadie, ni optimistas, ni pesimistas, debemos dejarnos llevar sólo por la química. Para eso tenemos una voluntad, y esta hace que quien puede ser nuestro peor enemigo, nosotros mismos, se convierta en nuestro aliado casi sin darse cuenta...
ÁNIMO... y con esta palabra realmente quisiera despertaros un poco la energía que ya tenéis de sobra, y que ahora está dormidita.
Un besazo!