Empujoncito final
Si lo se lo hago antes. Una hora de quirófano desde que llegué, preparativos, ponerme en pie con calma y salir. Sin ingreso hospitalario, sin sedación, sólo anestesia local y un trato exquisito de cirujanos y personal. Me hice párpado superior, inferior y resección de bolsas (lo que las forma son bolas de grasa por dentro). No me pusieron puntos, sino una sutura intradérmica que se quita tirando de un hilo, como si fuera un hilván.
Te ponen un vendaje como unas gafas hecho con un esparadrapo imposible de estirar o domar, molesto porque te llega hasta el borde de las pestañas. El posoperatorio no duele, pero te hincha los ojos que parece que van a explotar, especialmente al segundo día. Salí todos los días a la calle, con gafas de sol de ésas grandes y que hacen como una máscara. Al cuarto dia me quitaron el vendaje y las suturas (de jueves a lunes). Se me desinchó todo en pocas horas. Me quedó una pequeña moradura en ambos ojos justo encima de la mejilla, de forma y tamaño como una judía grande, fácil de tapar con maquillaje compacto. A la semana, nada de nada y una mirada fresca y juvenil. La cicatrices, a los 15 dias, imperceptibles aún mirando con detalle.
Me lo hice con 49 años, y lo que más me molestaba no era la estética, sino la cara de inmenso cansancio y abotargada, cosa que no corresponde en absoluto a mi carácter vital y alegre. Me operó en Zaragoza el doctor Rodrigo Cucalón.
Nadie me ha preguntado directamente si me he hecho algo. Aproveché las vacaciones de verano, y a la vuelta, todo el mundo me dijo que qué bien me había sentado dormir un poco más y el moreno (que era de bote, no puedes tomar el sol hasta seis meses después de la intervención).
Ánimo y suerte