¡Hola chicas! En primer lugar, quiero pediros perdón por lo largo que me temo que será este post... pero me siento muy mal, necesito desahogarme. Y en segundo lugar, quiero daros las gracias por leerme, de corazón.
Cuando tenía 17 años, me atracaron unas chicas por la calle. Me robaron el bolso (con el móvil, el monedero y demás, dentro) y los pendientes que llevaba puestos. Era un grupito de 4 chicas, y yo sólo íba con una amiga... pero a mi amiga no la quitaron nada.
Intenté hacerlas frente, pero parece que se pusieron un poco violentas y me tuve que callar. Aunque no llevaban navajas ni nada, tuve miedo. Aparte, mi amiga se mantuvo callada... me sentí un poco "vendida", por su parte.
El caso es que, a partir de ese día, me sentía súper avergonzada de lo ocurrido. No se lo conté a nadie, y mi amiga tampoco lo hizo... simplemente, olvidamos aquel día.
Pero vivo en una zona donde no hay muchos jóvenes, y absolutamente todos se conocen... recuerdo un día, que al pasar al lado de un grupo de chicas, escuché que decían "¡mira! A esa la robó Loles", y todas se me quedaron mirándome y riéndo. Me sentí horrible...
Desde entonces, mi miedo porque me vieran blanco fácil y me robasen otra vez, creció. Mi miedo porque me reconocieran y se burlasen, también. Así que caí en una depresión, y dejé absolutamente todo: ya no salía a la calle para nada, dejé de estudiar y todo.
Al principio fue de lo peor, porque estaba todo el día en la cama... no me levantaba ni para ver la tele, ni para comer, ni para ducharme... nada. Me pasaba casi las 24h, durmiendo.
Cuando pasadas unas semanas, me empecé a levantar... me ví súper delgada, y me encantó esa sensación (y nunca había estado gorda, mi IMC siempre había sido de 18,5 o 19).
Meses después, empecé a ir al psicólogo por obligación )sólo salía una vez a la semana para eso). Estuve yendo durante todo el verano, pero lo dejé: nunca me llegué a abrir, por lo que no me pudo ayudar.
En casa me empezaba a aburrir, me sentía sóla. Así que empecé a frecuentar chats y demás... y conocí a un chico, con el que empezaría una relación meses más tarde.
Cuando llegó la confianza, le conté que no me sentía agusto en la calle (no le expliqué porqué). Le informé de como era mi penosa vida, y la verdad... se portó genial conmigo, me ayudó muchísimo. Con él, empecé a salir poco a poco y me sentía segura (aunque sóla nunca me atreví a hacerlo).
Por ese entonces, yo había vuelto a mi peso normal. Pero un desafortunado comentario de mi chico, hizo que me acomplejase tremendamente... y comencé con las dietas.
Sinceramente, no veía resultados. Así que, cada vez fui restringiendo más y más las ingestas... hasta que me quedé haciéndo una simple comida al día (constaba de un único plato, con una cantidad normal... de la que me dejaba casi la mitad). Y no niego que, de vez en cuando, tenía días salteados de ayuno completo.
Todo el mundo me veía más flaca, y eso me hacía sentir en la cima. Incluso, algunas personas se preocupaban y me aconsejaban comer más, alegando que antes estaba mucho más guapa (obviamente, a éstas últimas no hice caso).
Pero mi novio y yo, empezamos a tener problemas... peleas casi diarias, por tonterías. ¿Y cómo me refugiaba de ese mal estar, de esa tristeza?: Comiendo.
Me daba atracones, de los que después me sentía fatal. Me dolía el estómago, me daba asco sentirlo lleno. Me inundaba la culpa... más de una vez se me pasó por la cabeza vomitarlo todo, pero por entonces, no me atreví.
Pero a medida que los atracones eran más frecuentes, mis ganas de vomitar crecían... hasta que un día, lo probé.
He de admitir que, al principio, no me sedujo nada esa acción: no sabía como hacerlo, llevaba años sin vomitar (desde que era pequeña, cuando enfermaba). Siempre tuve miedo a ahogarme mientras lo hacía... además, al inducirlo, no lograba sacar ni la cuarta parte de lo que había comido.
Eso por no contar el sentimiento de asco, de vergüenza, de debilidad, de remordimiendo, de "¿cómo he podido hacer una cosa así?"... que se me quedaba después de purgarme.
Con el tiempo, eso también cambió: empecé a dominar la técnica, me quedaba completamente limpia. Y lo "mejor": ese sentimiento de paz, de purificación, de haber expulsado todo lo que me hacía sentir mal (sentimentalmente) de mi interior.
Para ese entonces, mi novio ya me había dejado... y a raíz de eso, he vuelto a lo de antes: todo el día en casa.
De esto, hace ya un año. Y durante este tiempo, se han repetido constantemente, dos etapas muy distintas:
La primera, se basaba en el ayuno total durante semanas. Alguna Coca-Cola light, de vez en cuando... quizás una manzana, cuando estaba muy debilitada (pero no más de una o dos, a la semana).
La segunda, se trataba de comer sin control: si me comía una galleta, tenía que terminar con el paquete entero (y aún sintiendo que íba a reventar, atacaba los bollos, las galletitas saladas, y todo lo que se me pusiera por delante... incluso alimentos que aborrezco). La mayoría de veces, vomitaba después. Otras, me limitaba a llorar y a maldecirme por tener tan poca fuerza de voluntad... y algún que otro caso, menos frecuente, me arañaba los brazos o el vientre, dejándome la piel inchada y roja durante casi un día entero.
En alguna ocasión, da igual en qué período me encontrase, elegía un alimento y una cantidad adecuada, simplemente por el placer de vomitarlo después. Encontraba en la purgación, una forma de sentirme bien conmigo misma (y no físicamente, sino emocionalmente).
Hoy por hoy, me vuelvo a encontrar en ésta última fase. Pero son vómitos (aunque cada vez, los deseo con más ansia), y sin arañazos. Simplemente como, como sin límite.
No sé como controlarlo, me siento muy mal... siento un gran vacío interior, una tristeza profunda, y no sé a qué se debe. Sé que por ello, como... para llenar ese hueco que siento en mí, pero es obvio que no es hambre. Ojalá fuera tan fácil.
Me cuesta mucho dormir, porque en cuanto me meto en la cama, mi mente no para de inventar escenas que me hacen sentir terriblemente mal. Y lo peor, es que no puedo sacarlas de mi cabeza... y cuando al fin me duermo, no paro de tener pesadillas. Son muy variadas y algunas resultan incluso ... pero de todas me despierto muy angustiada y con mucho miedo.
En mi casa nadie sabe nada, ni lo sospechan. Es cierto que hay ciertos signos como que, hace un año y pico, el médico (la última vez que fui), me detectó anémia y azúcar baja en la sangre, como también me comentó que debía comer más lípidos. Los dientes los tengo fatal (los de la parte inferior, por la zona interior), hace mucho que no voy al dentista y me da miedo que me tengan que quitar las piezas o descubran mis costumbres... y por otro lado, caída excesiva del cabello, palidez, frío constante (aunque en época de atracones, eso se controla más), etc... pero nadie parece asociar síntomas. Ni se preocupan (a parte de que no están mucho en casa), y a todo le buscan una explicación lógica.
Muchas gracias y mucha fuerza para todas. ¡Un gran abrazo!
