Suegro alcohólico

Hola, voy a ir al grano: mi suegro es alcohólico, y toda mi familia política hace como que no lo ve. Incluso le sirven las copas que reclama con el nombre de "la gasolina", "Ana, Pablo, tráeme "la gasolina"", y su mujer, su hija, mi marido ahí van corriendo a buscar la botella que ya saben y que estos últimos 4 días he estado observando a diario, y casi se la ha pulido entera a base de los lingotazos tamaño chupito de después de cenar. Imagináos la de chupitos que hay que tomar para ajusticiar un litro y medio de coñac.

Porque lo suyo, desde que se levanta hasta que se acuesta, es el Don Simón, y entremedias, lo que se tercie, normalmente coñac, ron, cerveza si hay aperitivo..., nunca jamás le he visto beber agua, pero alcohol, a todas horas, literalmente.

En vacaciones estamos todos juntos en la misma casa de veraneo, y puedo observar que tooodo el santo día está acudiendo compulsivamente a la nevera a servirse una copa de vino tras otra. Su día a día es beber, no tiene aficiones ni pasatiempos. Estoy en la cocina fregando platos y me digo "antes de aclarar ya me habrá pedido una copa limpia", y en efecto, nunca falla. La nevera está repleta de tretrabricks semivacíos, no pasa un sólo día en que no le vea estrenar alguno. Y en esta casa sólo bebe él.

Mientras come sigue la maratón, en los restaurantes puedo comprobar que se toma tranquilamente 3/4 de litro de vino antes de los postres (aquí compite con mis cuñados), y después de comer, el carajillo, doble, o triple, y su copa de coñac. Pero es que no hace ni media hora que nos hemos levantado de la mesa que, si está en casa, ya está camino de la nevera por la siguiente copa. Las bebe de golpe, en dos o tres tragos, como si estuviera muerto de sed. Después está huraño, se duerme en cualquier sillón y de cualquier manera, si no tiene una cama cerca, claro.

Si vamos a algún sitio, al teatro, a un museo, donde sea, no presta atención a nada, sólo a averiguar dónde está el bar para "repostar". No veas cómo se pone en los festivales del colegio de sus nietos, cuando se da cuenta que en el piscolabis sólo hay Fantas y Cocacolas. A los dos minutos de empezar la función su butaca ya está vacía, ya ha volado buscando una copa. Lo peor de todo es que todo el mundo lo excusa diciendo que "no se encontraba bien", "le ha dado un mareo". Ya, ya.

Cuando conduce es un peligro, NADIE le dice nada, estoy por denunciarle un día anónimamente, porque pone en peligro la vida de los demás! (Si álguien tiene una idea para hacerlo preservando mi anonimato...) Ni sus hijos, ni su mujer, nadie, sólo ladean la cabeza de disgusto cuando da un frenazo en medio de la autopista, o cuando se come doscientos metros de bandas sonoras, pero nada más. Mi familia política es de clase media-alta, y vive por y para las apariencias: ellos van de familia perfecta y feliz, los "borrachos" están debajo de los puentes durmiento la mona. Ya veo que reconocer este problema sería para ellos una hecatombe, simplemente no lo contemplan, no lo quieren creer, porque desmontar la mentira que sustentatoda su feliz falsa vida les haría quizá más desgraciados. Se han construido una realidad paralela a la medida de la enfermedad de mi suegro. Es terrible.

Y así siguen riéndole todas las gracias, como cuando repite cien mil veces la misma broma o sandez de turno, es como si estuvieran todos representando su papel en el juego del avestruz, parece que les divierten enormemente sus despistes, como diciendo "qué cosas tiene, qué gracioso", sus traspiés (es que tiene vértigos, dicen), o su incapacidad para prestar atención o memorizar algo tan simple como la forma de accionar el limpiaparabrisas de su coche nuevo, que ya veremos lo que va a durar.

Ni siquiera le llamaron la atención cuando el antiguo coche aparecía cada día con rayadas y golpes por querer hacer maniobras imposibles en un parking de lo más fácil de la ciudad. Parece que sólo yo me doy cuenta, en casa de mi familia política todo es una gran farsa, incluso cuando mi suegro, por la noche, o después de comer, cae desmayado de cualquier manera sobre la cama (a esto le llaman hacer la siesta, en serio), todo el mundo hace la vista gorda, incluso mi marido. Siempre dice que está deprimido, que tiene la autoestima por los suelos, siempre quiere llamar la atención. Y por mi parte, me muero de vergüenza e invento cualquier excusa para que mis padres y hermanos no tengan que asistir a los compromisos familiares en los que sé que va a dar la nota.

Sé que esto no va a servir de nada. Pero veo que la adicción de mi suegro ha influido en el carácter de mi marido, en sus traumas infantiles, en su vida escolar, en sus depresiones, pero jamás ha querido reconocer ante mí que reconoce que su padre es alcohólico. Bueno, miento, sólo lo comentó una vez, a raíz de su primer acceso de "vértigo", y a partir de entonces, todo ha sido sepultado. Ni mis cuñados ni mi suegra jamás lo quisieron admitir. Mi marido dijo un día "papá bebe", y todos se le echaron a la yugular. Desde entonces, así estamos. Cada cumpleaños, cada santo, navidades, etc., le siguen regalando botellas de licor y copas y lo que yo llamo el "kit" del alcohólico. Así no le van a ayudar para nada.

Y aquí lo dejo, sólo quería compartir mi experiencia, aunque los consejos son bienvenidos. Gracias por leerme.