El honor es cosa de machos. Cuando la mujer de un hombre es mancillada, es el honor de él el que sufre. El Honor, igual que los ejércitos, las charreteras, las banderas, los bustos de los héroes, el concepto de patria, las corridas de toro y los rodeos, los piropos y las calles oscuras de noche, son masculinos. Tienen que ver con la Hombría. La misma Hombría que combate, como buen soldado, con violencia y genocidio cualquier liberación de las esclavas. La sociedad no está menos machista, como le gusta decir a quienes niegan el conflicto feminista, es que las mujeres ya nos salimos de madre (o mejor, de padre). Entonces, nos matan más, nos violan más, nos humillan más, nos burlan todavía más (no hay chiste burdo ni titular popular que no tenga el cuerpo de una mujer como objeto).
Según la Organización Mundial de la Salud, OMS, una de cada cinco mujeres tiene probabilidades de ser víctima de una violación o de un intento de violación a lo largo de su vida. En Chile, se comete una violación cada 20 minutos y cada año son denunciadas 32 mil agresiones sexuales, 9 diarias. La cifra oculta, o sea, los abusos no denunciados, se estima en cerca de otros 30 mil. La Violación a las mujeres es un método sistemático de control y dominio patriarcal. En el abuso sexual, con penetración o no, el hombre busca poder y control, no pasión. Las circunstancias pueden ser muchas y variadas, y las víctimas, de cualquier edad. Informes británicos y estadounidenses demuestran que alrededor de un 80% de las agresiones contra mujeres son total o parcialmente planeadas con anterioridad y el porcentaje es aún mayor cuando es perpetrada por dos o más agresores.
Los especialistas que han estudiado al violador han llegado a la conclusión de que se trata de un individuo "corriente", no un psicópata. No hay nada absolutamente cierto sobre los violadores, dicen, aparte del hecho que son varones. La aplastante realidad es esa: los violadores en un 99 por ciento son hombres. Lo que se siente, lo siente el que siente. O mejor dicho si te sientes provocado por mi cuerpo, la capacidad de sentirte provocado es tuya, y no me haré cargo de ella. No todos los hombres deciden violar, entonces la provocación está en los ojos del violador que se siente provocado.
de Victoria Aldunate Morales