Hola a todas. He escrito algunas veces en este foro. Soy una mujer de 40 años que ahora puede decir orgullosa: "¡Prueba superada!" Desde aproximadamente los 13 años empecé a desarrollar un problema con la comida. Empecé a vomitar a los 23, pero el problema comenzó mucho antes, ahora entiendo que el problema no es vomitar o dejar de comer, purgarse, etc. El problema no está realmente en hacer una dieta saludable, ejercicio moderado, etc. Yo intenté hacer dietas para no tener que vomitar, fui con nutricionista para no sentir culpa por lo que comía, me metí a gimnasios, aerobics, belly dance, compré aparatos para hacer ejercicio, con la idea de llevar una vida más saludable y no vomitar más, pero esas eran soluciones pasajeras, después volvía a caer. Esto lo digo porque veo que es muy común que cuando alguien tiene el valor de decir que tiene un trastorno alimenticio, la gente de inmediato da consejos de lo que se debe comer, de qué ejercicio es mejor, que pastillas o infusiones quitan el hambre o la ansiedad por comer; hablan de pesos, tallas medidas, etc., generando más ansiedad y aunque la intención sea buena, esto en vez de ayudar, perjudica. Lo que yo he entendido en todos estos años es que el problema va mucho más allá de lo que comemos, de si nos ejercitamos, de si nuestro cuerpo cumple con el prototipo de belleza que quién sabe quién demonios estableció; el problema está en la autoestima, en la autoaceptación. Cuando decimos (como yo misma decía) que el problema empezó cuando algún amigo nos dijo "gordita" o cuando la prima nos dijo que teníamos papada o celulitis; cuando se tiene una buena autoestima, un comentario no puede afectar tanto, ni siquiera en las edades en que somos más vulnerables; una persona segura de sí misma no deja que un comentario haga tanta mella, no siente tanta ansiedad por no tener un cuerpo perfecto. Nadie es perfecto, un cuerpo demasiado delgado está muy lejos de ser perfecto, pero de todos modos no hay un cuerpo perfecto y aunque eso existiera, el cuerpo perfecto, si lo tuviéramos y tuviéramos baja autoestima, nos esmeraríamos en encontrarle algún defecto; porque el problema principal no está en el cuerpo, sino en la mente, en el alma. Cuando una logra aceptarse como es, cuando una se quiere y se gusta por ser quién es y no por sus medidas o su peso, entonces puede sentir que su cuerpo es perfecto, puede darse cuenta de que es un ser humano valioso y no busca pretextos para hacerse daño.
Las invito a que cada día se quieran un poco más, a que vean sus virtudes, que seguro tienen muchas, y no sus defectos (todos tenemos defectos, es normal), a tratar de ser el mejor ser humano que puedan, a sentirse orgullosas de ustedes mismas por lo que son por dentro, no por fuera, a ver que son seres maravillosos y únicos, a tratarse con amor. Qué fácil es decirlo, pero ¿cómo lograrlo? En vez de buscar consejos de revistas para adelgazar o de ir con todo tipo de dietistas y entrenadores, lo que conviene es buscar ayuda psicológica, una guía para aprender a amarnos y a aceptarnos, a ver lo hermosas que somos y dejar de ver una imagen distorsionada de nosotras mismas.