El exfoliante de labios, también llamado lip scrub, no es otra cosa que una versión labial de cualquiera de los otros tipos de exfoliantes (corporales o faciales) que podemos encontrar en el mercado. Su función es retirar las células muertas que se acumulan en los labios y dejarlos suaves y bonitos, haciendo así que luego, cuando apliquemos el maquillaje, se vea mucho más uniforme y dure mucho más el color, ya que el pigmento se agarra mejor al labio.
Esto es especialmente importante cuando utilices una barra de labios mate, ya que ese tipo de maquillaje reseca mucho más los labios, y por lo tanto es más normal que nos salgan pieles muertas cuando los usamos a diario y durante un tiempo prolongado.
Suelen estar compuestos de partículas algo más grandes que las de los exfoliantes faciales, y estar formulados sobre una base oleosa, aunque hay miles de opciones diferentes con ingredientes muy dispares en función de la marca.
En cuanto a la frecuencia de uso, dependerá un poco de cada caso en concreto y de la tendencia de cada persona a la aparición de pielecillas en los labios, pero por norma general con utilizar el exfoliante de labios una o dos veces por semana es más que suficiente.
Una vez que hayas terminado con tu exfoliación, al igual que pasa con la corporal y la facial, es muy importante aplicar un producto hidratante y dejarlo actuar hasta que se absorba por completo. Por ello, lo más recomendable es realizar esta exfoliación por la noche antes de irnos a dormir, para que el bálsamo labial que apliquemos a continuación pueda hacer efecto mientras dormimos y a la mañana siguiente despertemos con unos labios suaves, bonitos ¡y muy besables!
Otra opción es que después de exfoliar tus labios utilices una mascarilla específica antes del bálsamo, para dejar tu boca todavía más suave y cuidada.
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