Mi madre buena y santa, mil gracias. Me escuchas siempre y te apiadas de mí, aunque no soy una buena hija. Mil gracias. Ya me siento mejor. El dolor es casi nulo y saber que cuidas de mí, alivia cualquier pena que pueda tener. Ya no tengo miedo, porque sé que me estás cuidando.
Gracias.
Amén.