Lo que debes hacer
es hablar inmediatamente con tus padres y explicarles lo que te está pasando; eres demasiado niña para estar tan pendiente de tu físico y eso va a degenerar, si no se ataja con firmeza, en un trastorno alimentario del que te va a costar mucho salir y quien sabe a costa de qué secuelas, tanto físicas, como psíquicas.
Tus padres deben llevarte, en primera instancia, al pediatra, exponer el caso y que él valore si precisas atención psicológica o psiquiátrica.
De todas formas, no puedo comprender cómo no han sido ellos los primeros en advertir tus obsesiones, hay señales inequívocas de que algo grave está pasando y es de irresponsables negarse a verlo.