Desde hace un tiempo ando un poco obsesionada con las tartas congeladas del supermercado. No paro de comprarlas y comermelas. Empezó siendo una tontería pero ha ido a más. Ha llegado al punto de que he sacado ropa del fondo del armario para meter más tartas y ocultarlo a mi familia, y como son congeladas se han ido derritiendo y pringando mi ropa.