¡Dentix... gran error!
Este texto más que nada, lo que va a buscar es dejar mi experiencia y ayudar a futuras posibles víctimas, porque sí, eso es lo que los pacientes terminamos por ser, a que no caigan en el error de ahorrarse dinero para cualquier cosa relacionada con los dientes.
Para comenzar debo explicar que me llevó a las puertas del que, a simple vista, parece el sueño de cualquier persona con problemas bucales y un presupuesto ajustadillo.
Yo siempre había ido a dentistas privados, pagando para que me hicieran los chequeos y cualquier tipo de urgencia dental que precisara. La historia comenzó con 13 años, aún tenía dientes de leche, concretamente los dos incisivos laterales, y no parecía que estos fueran a caerse. El dentista al que fuí dijo que había que quitar esos dientes cuanto antes, según él los dientes que debían salir no tenían suficiente fuerza y si quitamos los de leche podrían salir sin problemas. Y para cuando quise darme cuenta mi dentista me los había quitado.
Tras esto pasaron unos meses y de los dientes no había ni rastro. Volví a ir al dentista y este se digno a hacerme una radiografía. Mostrándose completamente conmocionado, me comunicó que de dientes ahí no había ni rastro. Vamos, que me había quitado los dientes sin percatarse primero de qué pasaba realmente en mi boca. Raudo y veloz, este ``profesional´´ me ofreció hacerme un tratamiento con un precio desorbitado. A lo que nos negamos, más que nada porque volver a dejarme en manos de ese tipo era, cuanto menos, una insensatez.
Fuimos a una especialista que tras revisar el caso dijo que lo mejor era esperar para que mi boca terminara de crecer y que entonces ya se podría seguir cualquier tratamiento que quisiera.
Así que pasaron los años, 5 para ser exactos, y yo busqué a la especialista que me había dado el consejo para que ella se encargara del caso. Pero por lo visto ya no estaba en mi ciudad, así que tras mi mala experiencia con los dentistas privados con precios altísimos y resultados no tan profesionales, al ver la nueva clínica Dentix llegar a mi ciudad, con su preciosísima estética, recepcionistas sonrientes y precios baratos no dudé en presentarme en las puertas de su clínica para que me dieran una solución ante mi sonrisa con huecos.
Su solución era un tratamiento de brakets durante 24 meses para colocar los caninos en su lugar y dejar un espacio junto a las conocidas como paletas y poner allí los incisivos laterales que me había quitado el primer `` gran profesional´´. Me hicieron todo el análisis y resultó que tenía otro diente de leche en la parte inferior. Así que el resumen final de mi tratamiento era, brakets 24 meses y tres implantes. El precio final era de 5000 y pico euros. Por si acaso, visité a un especialista privado y me ofrecía el mismo tratamiento pero con 4000 euros de diferencia, así que espantada, volví a Dentix y les dejé empezar.
Una frase que me habían dicho los tres especialistas privados con los que traté es: >
Bueno pues mi primer shok fue cuando el día que llegué a que me colocaran el braket la ortodoncista, que era la misma que me había mirado el caso y dado la solución, revisaba la ficha y se sorprendía al ver que tenía dos huecos en la boca allí donde faltaban mis dientes. La miré incrédula pero no dije nada más que un irónico -Claro, por eso estoy aquí sentada.
La chica, de no más de 27 años, me colocó el aparato y me me mandó a casa con una cita para el siguiente mes.
Transcurrieron 3 meses sin mayor cambio. Iba y la muchacha me revisaba, hacía los ajustes pertinentes y yo me iba a mi casa. Cabe mencionar que cuando yo aparecí en las puertas de su clínica estos habían abierto hacía escasas semanas, es decir, aún mantenían el buen trato por el cliente. ¿Que pasó tras esos primeros meses? Que empezó el cachondeo. Como yo mucha gente había llegado, desesperados por malas experiencias de precios caros o buscando ese precio que sonaba a ganga en la televisión, y ahora que estábamos todos ya comprometidos, por así decirlo, no había forma de retractarnos.
Empecemos por una de las cosas más nimias. Las citas a las que yo debía asistir debían ser cada mes. Pero tras los primeros meses las citas me las daban cada dos… incluso un par de veces fui a esa cita dos meses más tarde de lo debido y allí solo me atendió una auxiliar. Ni rastro de ortodoncista. Al paso de un año la ortodoncista consideró que el diente de leche que tenía en la mandíbula inferior deberíamos quitarlo. Así que me puse en sus manos y el diente se quitó. Este procedimiento estaba pactado, pero en un principio deberíamos hacerlo cuando la ortodoncia estuviera terminada. Era concretamente el primer molar derecho, imaginad pues un espacio entre dientes y una falta de sujección al resto de molares…
Pero volvamos a la cronología. Tras esta extracción me dieron cita para la ortodoncista para el siguiente mes. A todo esto ya llevaba dos meses de retraso de revisión en mi ortodoncia. A pocos días de que llegara mi cita me llaman para decirme que la ortodoncista está de baja y que deberé esperar. Que me llamarán. La cosa es que pasó casi un mes y nadie llamó. Me planté allí y me dijeron que tranquila que ya estaba una suplente y que justamente ese día me iban a llamar. Ya… claro…
A partir de aquí viene la traca… ¿Recordamos lo de que los ortodoncistas no se pasan casos?
Una nueva ortodoncista, que ni se había leído mi ficha se hizo cargo del caso. Me cambio el arco, me puso las gomas y se quedó tan ancha. A los dos meses, porque sí, las citas era imposibles de conseguir antes oye, volví y que sorpresa había una nueva ortodoncista. Esta en concreto si se había leído el caso y se molestó en revisar concienzudamente mi boca y determinó que el espacio a ella le parecía suficiente como para poner ya los implantes. Así que para dos meses más tarde me dieron cita con el cirujano y este dijo que no se podían poner implantes aun. Que no había sitio…
Ese día comenzó ya la segunda cosa… graciosa digamos, por no decir penosa vamos… Cada vez que salía de cualquier consulta con ellos me mandaban a pedir cita y las recepcionistas me tenían media hora, con suerte, solo para esperar mi cita. Ya ni que decir de las veces que me había tocado esperar, en una ocasión más de una hora, para entrar a consulta. Una risa… Además el único día que llegué tarde, 5 minutos, que no estoy diciendo una hora, la auxiliar de turno me habló fatal, no uso ninguna palabra malsonante contra mi, pero el tono, las formas de mirarme y como me lanzaba pullas por llegar tarde y sus insinuaciones maleducadas sobre mi educación y el colofón su comentario acerca de que me merecería esperarme a tres meses para la siguiente cita por tardar dejan en claro lo agradable del las visitas… Puesto que esta joven mantuvo el mismo semblante en mi resto de visitas.
Pero volvamos al caso. Tras mi fallida visita al cirujano volví a la cita con, como no, otra ortodoncista nueva. Está leyó la ficha y empezó a rasparme un diente. Cuando me sobresalté, más que nada por el dolor y sus guantes llenos de sangre, imaginad lo delicada que fue, le pregunté que hacía. Resultaba que según ella NO se podían poner los implantes, que eso ponía el cirujano en el papel. Anonadada le repetí que entonces que hacía y me dijo que limar un diente para ponerme una prótesis fija. Le repliqué a la mujer que eso no era lo que se suponía que iban a hacerme, que debíamos crear más espacio, palabras del cirujano, para poder poner los implantes. Como si yo fuera tonta, la muchacha me empezó a decir que no y hay un gran extracto de diálogo que creo que vale la pena reproducir.
-¿Pero tú… cuántos años tienes? -me preguntó ella.
-20-contesté.
-Pues ya eres mayor para enterarte de lo que te hacen.
¿Cosa fina, no? Pues desinflada y triste, porque a fin de cuentas yo estaba sometiéndome a esa tortura, cualquiera que haya llevado aparato sabe que es una tortura, para poder sonreír sin miedo a que se vieran esos antiestéticos huecos. Y lo que me habían prometido hacerme, lo que ya estaba pagado a esas alturas resultaba ahora después de todo el proceso, que no se podía hacer. Y me querían cobrar unos 3000 euros extras para hacerme ese nuevo apaño.
Mi padre, hombre de poca paciencia, fue a la clínica y les cantó las cuarenta. Él había estado conmigo cuando el cirujano me dijo que solo había que hacer un hueco y por tanto las palabras de la ortodoncista número 4 tampoco le cuadrában. Aún así, la respuesta en Dentix fue la misma que la que me dieron a mi.
Nos fuimos, resignados, a un dentista privado. Este me contó lo siguiente. El segundo molar de la derecha se te ha volcado, al quitarte el primer molar lo han dejado solo sin sujección y ahora está antiestético. Este nuevo dentista dijo que si se me podían hacer los implantes, pero para que veamos lo lucrativo que es el mundo de los dentistas me dijo que faltaba medio milímetro de espacio para poder poner el implante y que debía someterme con él a un nuevo proceso de ortodoncia diseñado por él, de unos dos años (Sí, para medio milímetro), y que después ya me haría el resto del procedimiento para analizar lo de los implantes. Solo pedía 8000 euros.
Así que tuvimos que volver a Dentix y estos nos enseñaron las radiografías con otro cirujano que nos explicó que no había hueso para hacer los implantes, algo que por lo visto les había costado muchísimo explicar a las tituladas anteriores. También nos explicó que esos 3000 euros extras no debíamos depositarlos, que nos devolverían la diferencia de dinero de los implantes a esa nueva solución.
Un chasco gigantesco, sí…
Las dudas después de esto son ¿Era tan complicado ver que no se podían poner implantes en la primera sesión en la que me trataron? ¿De veras era necesario tener una orda de ortodoncistas pasando por mi boca?
La opinión general, y el consejo, que el mundo de los dentistas es un negocio redondo. Que en Dentix son menos profesionales y el trato humano se les escapa por todas partes, pero que los dentistas privados, los buenos, los que te dicen lo que hay con las cosas claras sin pensar en su bolsillo, hay pocos…
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